Los hechos recientes en la Zona Euro han puesto en vilo al mercado, incluso después del anuncio de un paquete de ayuda de EUR500 mil millones. En estos momentos se observan elevados niveles de volatilidad ante temores de que los riesgos fiscales de Grecia se extiendan a otras economías de la región.
El Banco Central Europeo (BCE) enfrentó la crisis subprime a través de una política monetaria expansiva reflejada en el recorte de la tasa de interés, seguida por una expansión de los agregados monetarios. Parte de esta estrategia, implicó la compra de la deuda pública de los países miembros de la Eurozona con el fin de facilitar la obtención de los recursos necesarios para llevar a cabo políticas fiscales capaces de sacar a las economías adelante.
No obstante, durante 1T10 y como resultado de un comportamiento fiscal poco estricto el BCE decidió no comprar más títulos griegos. Los inversionistas internacionales también rechazaron la deuda griega, lo cual afectó negativamente su desempeño. La desconfianza se extendió inclusive a los usuarios del sistema financiero, muchos de los cuales retiraron sus depósitos para llevarlos a bancos más seguros de otros países. El temor de los mercados internacionales encareció el costo de la rotación de la deuda griega y de las obligaciones de otros países que se encontraban en una situación similar (España, Irlanda, Portugal). El mayor costo de la nueva financiación, la disminución de los ingresos públicos por la recesión y sus malas perspectivas de crecimiento, llevaron a que el mercado descontara una moratoria de la deuda de estas economías.
La solución, que se presentó en meses pasados parecía sencilla y contundente: Un mecanismo financiero de ayuda de EUR500 mil millones, compuestos por EUR60 mil millones de préstamos aportados por la Comisión Europea y de EUR400 mil millones de euros en préstamos o garantías por los países de la región.
En un principio la percepción del mercado fue positiva, no obstante, el problema de raíz no se ha solucionado ya que existe el peligro de que el ajuste fiscal necesario para que las economías en problemas recuperen la confianza de los mercados sea demasiado severo, de manera que agudice la recesión actual. De materializarse lo anterior podríamos presenciar el incumplimiento de las metas concertadas. Este fracaso, iniciaría un efecto negativo sobre los mercados incrementando la desconfianza, llevando a un riesgo soberano más alto y a una mayor estrechez en el acceso a los mercados de crédito. En este escenario no faltaran las fuentes de crédito multilateral, lo cual podría llevar a un círculo vicioso que conduzca finalmente a una cesación de pagos desordenada de la deuda.
El reto de estas economías se resume en la necesidad que enfrentan de llevar a cabo un ajuste fiscal que lleve el déficit a una trayectoria decreciente y la deuda pública a una senda sostenible. Los próximos meses serán fundamentales para evaluar la capacidad de estos gobiernos de salir adelante, mientras el mercado se pregunta sobre las elevadas implicaciones de una única moneda.
lunes, 14 de junio de 2010
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1 comentario:
¿Existe la posibilidad de que los gobiernos entren en una estrategia de licuar el valor real de la deuda?
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